Lo más básico en los sofás de piel es que hay que hidratarlos, porque si no con el roce diario se pueden cuartear o dañar. Un paño humedecido en agua tibia nos servirá para quitar el polvo de la superficie y para mantener la humedad de la piel.
Esto no quita que al menos dos veces al año se trate las pieles con un mantenimiento más profundo, gerenalmente un limpiador suave y luego una crema hidratante. Una piel bien hidratada absorberá menos las manchas por lo que resultará más fácil su limpieza.
Desde aquí te queremos dar unas pautas para el cuidado y la limpieza de la piel:
- No utilizar nunca productos abrasivos o químicos ni disolventes para quitar manchas.
- Utilizar un paño húmedo y dejar secar al aire, nunca con secadores.
- En la medida de lo posible, mantener los sofás lejos de los rayos solares o fuentes de calor como estufas. La recomendación es una separación mínima de 50-60 cm.
- Evitar agentes dañidos para la piel, como mascotas o cualquier producto cortante que esté cerca.
- Una vez aplicada la crema hidratante se recomienda esperar 24 horas para pasar un trapo limpio para conseguir un mayor brillo.
- Evita cubrir los sofás de piel ya que eso les impedirá transpirar.
- Para las manchas de líquidos, intenta recoger el máximo con una servilleta o paño limpio y después espera a que se seque. Cuando ya esté seco puedes aplicar de nuevo una crema limpiadora.
- Para las manchas de barro lo mejor es dejar que se seque y después cepillar con un cepillo no muy duro hasta que desaparezca. Para recoger los residuos de barro lo mejor es una aspiradora.
Al tratarse de materiales naturales, las pieles tienden a deformarse con el paso del tiempo, formando pequeñas arrugas como en las personas, pero no debemos tomarlo como defectos de la piel sino como una evolución natural. Además, todos estos matices son los que prueban la autenticidad de la piel. |